28 enero 2008

 

Recuerdo de las víctimas de la Shoah.

Graciela Vera rememora en un largo y gran artículo las heroicas hazañas de hombres corrientes como el italiano Giorgio Perlasca y el español Angel Sanz Brinz, que ayudaron a salvar la vida de miles de judíos.

El 27 de enero de 1945 el ejército soviético llegó al horror de Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de exterminio nazi. Sesenta y un años después el mundo recordó por primera vez como un todo aquella barbarie. Unas semanas antes, el primero de noviembre del 2005, las Naciones Unidas habían aprobado la resolución 60/7 por la que se designaba la fecha del 27 de enero de cada año como Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto.

Me pregunto que pasaba en España cuando las tropas de Hitler invadían países y arrasaban dignidades. Muchos judíos españoles fueron deportados y en donde vivo, Almería, cada columna de este monumento que vemos en la foto de abajo, recuerda a uno de los almerienses que entraron por las puertas de los campos de concentración alemanes por el solo hecho de ser judíos.

Una investigación concienzudamente realizada en forma totalmente imparcial puede develar muchas dudas sobre esta época en España y estoy ansiosa de saber más sobre el particular, pero en esta oportunidad debo alejarme de la figura de Franco porque no es a él a quién voy a referirme, sino a otros hombres a los que el tiempo ha colocado sobre los pedestales que ellos mismos, quizás sin siquiera pretenderlo, cimentaron con su heroismo y su amor por los demás.

Una película hizo que me interesara en la figura de Giorgio Perlasca, Jorge mientras se hizo pasar por cónsul de España en Budapest, pero aquel italiano no fue el primero que desde la embajada del país supuestamente neutral, supuestamente antisemita, supuestamente pro-nazi, salvó la vida de miles de judíos.

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